Arjonilla, en la campiña del Alto Guadalquivir, hunde sus raíces en un cerro poblado desde la Antigüedad y en un trazado histórico organizado en torno a la plaza y la parroquia. Su posición entre Arjona, Andújar y Porcuna le dio carácter de paso y frontera, con torres que vigilaban el territorio olivarero y un caserío que creció entre oficios, alfarerías y comercio local.
En su casco urbano destacan la Iglesia de la Encarnación, hito parroquial que domina la plaza; el Castillo del Trovador Macías, cuya torre recoge la célebre leyenda de Macías el Enamorado; y ermitas históricas como la de Santiago, ligadas a devociones muy arraigadas. Entre piedra, barro y tradición, Arjonilla cuenta cómo un enclave de campiña se convirtió en la villa viva que vemos hoy.